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domingo, 25 de enero de 2015

Opinión: ¿Revolución? No, gracias.Kommentar: Revolution? Nein, danke!

Opinión: ¿Revolución? No, gracias

A pesar de que planea retomar las relaciones diplomáticas con EE. UU., en Cuba la guerra fría no parece haber terminado todavía, opina Astrid Prange.
Ante las históricas negociaciones para la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE. UU., La Habana pisa el freno y empiezan a sonar señales de alarma. ¿Qué actitud puede tomar el gobierno de Raúl Castro en un momento en el que la política revolucionaria de Barack Obama parece poner en duda los logros de la Revolución Cubana?

Astrid Prange, de Deutsche Welle.
Lucha por el poder y herencia revolucionaria
Astrid Prange, de Deutsche Welle.














Cuba teme perder a su enemigo número uno, y por buenas razones. Después de todo, la enemistad entre EE. UU. y Cuba es uno de los pilares sobre los que se apoya y legitima la dictadura socialista. Sin la campaña contra el “imperialismo estadounidense” resultaría difícil argumentar por qué en Cuba solo existe un partido político. Sin el embargo no habría justificación posible para el desabastecimiento y el fracaso económico. Es por eso que la “vieja guardia” de la revolución cubana no quiere saber nada acerca de una “normalización” de las relaciones con el país del norte. Ya al comienzo de las negociaciones, un portavoz del Ministerio cubano de Relaciones Exteriores dijo, a sabiendas, que la reanudación de las relaciones diplomáticas no significa de ningún modo lo mismo que una normalización de las relaciones.
Tras más de 50 años de socialismo, el gobierno de La Habana no puede ni quiere tirar sus principios por la borda sin cuestionarse a sí miso. Para el régimen de los Castro, lo más importante es mantenerse en el poder, y para Obama, todo gira alrededor de intereses económicos y éxitos en política exterior. Retomar las relaciones diplomáticas es, debido a eso, atractivo para ambos países, aunque por diferentes motivos.
El gobierno de La Habana bien puede apuntarse un tanto a nivel político, ya que logró que Washington hiciera más concesiones de las que Cuba misma estaba dispuesta a hacer. Así, losfamiliares de ciudadanos cubanos que viven en EE. UU. pueden, gracias al amable permiso de Obama, enviar más dólares a la isla. Y la cantidad de estadounidenses que visitan Cuba, el último bastión del socialismo, seguramente aumentará gracias a facilidades en los trámites de visado y a nuevas conexiones aéreas.
La dependencia de Cuba de las transferencias de dinero de EE. UU. es una de las varias contradicciones de la relación simbiótica entre ambos países. También el abastecimiento de alimentos para la población cubana no sería posible sin la ayuda de sus vecinos del norte, ya que EE. UU. es, a pesar del embargo, el principal proveedor de productos alimenticios importados y, por tanto, el cuarto mayor socio de la isla.
Votación con los pies
En la práctica, la normalización de las relaciones ya hace tiempo está en marcha. Gracias a internet, los fans cubanos pueden alentar a sus ídolos de la liga de baseball estadounidense, saben qué tendencias están de moda en Miami. Cerca de dos millones de cubanos viven actualmente en EE. UU. Debido a las facilidades de visado introducidas en 2013 llegan a ese país cerca de 50.000 “refugiados” cubanos más cada año.
Por lo tanto, al régimen de Castro no le queda demasiado tiempo para rescatar las conquistas de la revolución y transportarlas hacia una nueva era. Lo paradójico es que para los antiguos revolucionarios de La Habana las revueltas políticas y los movimientos en pro de la liberación son una verdadera pesadilla. Por eso no sorprende que Cuba haga todo lo posible para aplazar durante el mayor tiempo posible la normalización de las relaciones con EE. UU.

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  • Fecha 23.01.2015
  • Autor Astrid Prange (CP/ ERS)

AUF DEUTSCH:

 Kommentar: Revolution? Nein, danke!

 In Havanna steht die Mauer noch. Trotz der angestrebten Aufnahme diplomatischer Beziehungen zwischen Kuba und den USA ist der Kalte Krieg auf der Insel noch lange nicht vorbei, meint Astrid Prange. Havanna tritt auf die Bremse. Angesichts der historischen Verhandlungen über die Wiederaufnahme diplomatischer Beziehungen zwischen Kuba und den USA läuten auf der Karibik-Insel die Alarmglocken. Was tun, wenn die revolutionäre Kuba-Politik von US-Präsident Obama die Errungenschaften der Revolution in Frage stellt? Kuba bangt um sein Feindbild. Und dies aus gutem Grund. Schließlich gehört die Feindschaft mit den USA zu den Grundpfeilern der Legitimation der sozialistischen Diktatur. Ohne den Feldzug gegen "amerikanischen Imperialismus" wäre es schwer zu begründen, warum es in Kuba nur eine Partei geben darf. Ohne Embargo gäbe es keine Entschuldigung für Mangelwirtschaft und finanziellen Offenbarungseid. Von einer "Normalisierung" ihrer politischen Beziehungen zu den USA will Havannas alte Revolutionsgarde deshalb nichts wissen. Schon zu Beginn der Verhandlungen hatte ein Sprecher des kubanischen Außenministeriums wohlweißlich darauf hingewiesen, dass die Aufnahme diplomatischer Beziehungen keineswegs mit deren Normalisierung gleichgesetzt werden dürfte. Nach dem Ende der ersten Gesprächsrunde ist die Ernüchterung noch größer: Die Delegationen konnten sich noch nicht einmal auf einen Zeitplan für die Aufnahme diplomatischer Beziehungen einigen Ein genauer Termin für die geplante Eröffnung von regulären Botschaften in Washington und Havanna steht nicht fest. Machtkampf um das revolutionäre Erbe Nach mehr als 50 Jahren Sozialismus kann und will Havanna seine ideologischen Prinzipien nicht über Bord werfen, ohne sich selbst in Frage zu stellen. Für das Castro-Regime geht es um den Machterhalt, für US-Präsident Obama um wirtschaftliche Interessen und außenpolitische Erfolge. Die Aufnahme diplomatischer Beziehungen ist somit für beide Länder attraktiv, wenn auch aus unterschiedlichen Gründen. Deutsche Welle Astrid Prange De Oliveira DW-Redakteurin Astrid Prange Die Regierung in Havanna kann das bisherige Ergebnis als politischen Sieg verbuchen, denn sie hat Washington mehr Zugeständnisse abgerungen, als sie selbst bereit war zu geben. So können die kubanischen Verwandten in den USA nun mit Obamas freundlicher Genehmigung mehr Dollars auf die Insel schicken. Und die Zahl der US-Amerikaner, die Kuba als letzten Hort des Sozialismus erkunden wollen, wird dank Reiseerleichterungen und neuer Flugverbindungen vermutlich in den kommenden Jahren ansteigen. Kubas Abhängigkeit von Finanztransfers aus dem Feindesland gehört zu den zahlreichen Widersprüchen des symbiotischen Verhältnisses der beiden Länder. Auch die Versorgung der kubanischen Bevölkerung mit Nahrungsmitteln ist ohne die Hilfe aus dem Norden nicht möglich, denn die USA sind trotz Handelsembargo Hauptlieferant der Lebensmittelimporte und dadurch viertgrößter Handelspartner der Insel. Abstimmung mit den Füßen In der Praxis ist die Normalisierung der Beziehungen also schon in vollem Gang. Dank Internet fiebern kubanische Fans ihren Idolen in der US-Baseball-Liga zu und wissen, welche Marken in Miami angesagt sind. Rund zwei Millionen Kubaner leben mittlerweile in den USA, dank der 2013 eingeführten Reiseerleichterungen kommen jedes Jahr rund 50.000 "Republik-Flüchtlinge" hinzu. Für das Castro-Regime bleibt also nicht mehr viel Zeit, um die Errungenschaften der Revolution in das neue Zeitalter hinüberzuretten. Es ist paradox: Für die Alt-Revolutionäre in Havanna sind politische Unruhen und Befreiungsbewegungen eine echte Horrorvorstellung. Es ist deshalb nicht überraschend, wenn Kuba bei den Verhandlungen alles daran gesetzt hat, eine Normalisierung der Beziehungen zu den USA so lange wie möglich hinauszuzögern.

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